En 1958, durante la llamada Carrera Espacial entre las dos
principales potencias mundiales, la Fuerza Aérea de los Estados Unidos desarrolló, bajo el nombre de Proyecto A119, el
siguiente plan: detonar una bomba nuclear en la superficie lunar. Su finalidad
no era otra que “asustar” a la Unión Soviética y al resto del mundo, pero sobre
todo mostrar de lo que era capaz.
Leonard Reiffel dirigió el proyecto con la financiación del
gobierno estadounidense, mientras que el famoso Carl Sagan perteneció a un grupo de investigación sobre las posibilidades de una explotación nuclear a un bajo nivel de gravedad.
Pero este plan se canceló. El Gobierno de los EEUU pensó que
la población quedaría más impactada por la llegada del hombre a la luna y no por la destrucción de esta. Los documentos, durante años ocultos, salieron a la luz en la
década del 2000, pero Estados Unidos jamás lo ha reconocido, lo que viene siendo un secreto a voces.
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