martes, 14 de mayo de 2019

Carrera Espacial

La denominada carrera espacial comenzó cuando el 4 de octubre de 1957, en la embajada de la Unión Soviética en Washington, Lloyd Berkner, director del programa americano del AGI (Año Geofísico Internacional) anunció que un satélite soviético, el Sputnik 1, giraba alrededor de la Tierra a 900 kilómetros de altura. A pesar de que el presidente estadounidense, Dwight D. Eisenhower (1890-1969) se refiriera al satélite despectivamente como “una pequeña pelota en el aire”, lo cierto es que en plena Guerra Fría, el hecho revelaba no solamente una victoria tecnológica, sino también una amenaza militar, ya que suponía la demostración de la superioridad soviética.

Tras este acontecimiento, Estados Unidos se planteó la necesidad de demostrar al mundo que su tecnología no estaba por detrás de la soviética, por lo que se creó la Administración Nacional de Astronáutica y del Espacio (NASA). Pero no había transcurrido ni un mes cuando, el 3 de noviembre, el mundo quedó atónito por segunda vez: la Unión Soviética anunciaba la puesta en órbita del Sputnik 2, esta vez con un ser vivo a bordo. Este sería la perrita bautizada como Laika, y dejaba claro que los rusos planeaban la llegada del hombre a la Luna. Este acontecimiento sensibilizó mucho a la opinión pública, puesto que no existía medio alguno de rescate para el animal, por ello, la ración de comida del décimo día contenía un veneno que debía evitarle el sufrimiento de morir por asfixia cuando se consumiera la reserva de oxígeno. Sin embargo, el tóxico no llegó a utilizarse, ya que la temperatura de la cápsula se elevó mucho más de lo previsto (40º C) y Laika murió a las seis horas del lanzamiento.


Mientras, la NASA presentó el proyecto Mercury, destinado a poner un hombre en órbita terrestre. Los especialistas de la Marina estadounidense adelantaron el lanzamiento del Vanguard al 6 de diciembre, pero la misión falló y no fue hasta el 31 de enero de 1958 cuando el Explorer 1 entró en órbita. Tras él, el Vanguard 1 consiguió su misión el 17 de marzo de 1958  y actualmente es el satélite más antiguo de los que orbitan la Tierra. Sin embargo, la euforia de los norteamericanos duró poco, ya que en menos de tres meses, la Unión Soviética volvía a asombrar al mundo poniendo en órbita el Sputnik 3, un coloso de 3,5 metros de longitud y más de una tonelada de peso.

El 12 de abril de 1961 el piloto militar soviético Yuri Gagarin (1934-1968), se convertía en el primer astronauta de la historia a bordo de la nave Lastochka. ¿Qué sintió? La sensación de aceleración le hacía pegarse al asiento; el sonido de los motores, que al principio le resultaba molesta, se atenuó al superar la barrera del sonido; cierto vacío en el estómago, y los efectos de la supergravedad: dificultad para articular palabras y estrechamiento del campo visual. Aunque el vuelo estaba saliendo a la perfección, un fallo eléctrico provocó que la vuelta de Gagarin fuera en paracaídas. Tras sobrevolar 33 países en menos de dos horas, aterrizó en una localidad vecina ante la mirada estupefacta de una aldeana, quien señalando un arroyo cercano le dijo: “Pues ha faltado poco para que te ahogaras”.

La nueva victoria soviética en la carrera espacial fue contrarrestada por el vuelo suborbital de Alan Shepard el 5 de mayo, a bordo del cohete Mercury Redstone 3. El verano de ese mismo año se ponía en marcha el programa Apollo, como continuación de las misiones Mercury. Al año siguiente, John Glenn, en la Friendship 7, se convirtió en el primer estadounidense en orbitar la Tierra, completando tres órbitas el 20 de febrero de 1962. Sin embargo, el primer vuelo con dos tripulantes también tuvo su origen en la Unión Soviética. Entre los días 11 y 15 de agosto de 1962, se lanzó la Vostok 5 tripulada por el cosmonauta Valery Bykovski (1934-) y la Vostok 6, llevando a bordo a la primera mujer en el espacio: Valentina Tereshkova (1937-).

Por fin el 16 de julio de 1969 desde el complejo de lanzamiento 39 a las 13.32 de la tarde se lanzaba el Apollo 11. Cuatro días después, sus pasajeros, Neil Armstrong (1930-2012) y Edwin Aldrin (1930-) apodado Buzz alunizaban en el Mar de la Tranquilidad, mientras Michael Collins (1930-) permanecía a bordo del módulo lunar. El descenso fue dramático y tenso hasta el final. Al acercarse a la superficie, Armstrong y Aldrin se dieron cuenta de que la zona elegida para el aterrizaje era una pendiente de un enorme cráter con rocas del tamaño de automóviles. Seis horas y media después del alunizaje Armstrong activa la cámara de televisión que retransmitirá al mundo cómo un hombre pisa por primera vez la Luna. A las 2.56 del 21 de julio de 1969 pronuncia su famosa frase; sin embargo, las palabras del Buzz al describir el momento, si bien menos conocidas, son bastante más literarias: “Hermosa vista. Es una magnífica desolación”.

De esta forma observamos cómo la tensa rivalidad entre Estados Unidos y la Unión Soviética abarcaba todos los ámbitos políticos, militares y tecnológicos, incluyendo la carrera espacial. La competición, tanto en la carrera tecnológica, cuyas metas más importantes fueron la Luna e Internet, como en la armamentística, destacando el armamento nuclear, definieron el periodo conocido como Guerra Fría.

DLB

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