Holodomor, o cómo Stalin mató
de hambre a millones de ucranianos
"Holodomor", deriva del ucraniano
"moriti golodom" y se traduce como "matar de hambre", fue
una catástrofe humanitaria ocurrida en los años 30 del siglo XX, responsabilidad del
dictador soviético Josef Stalin, que se aplicó con especial virulencia en
Ucrania y que según diversos estudios pudo llegar a los 10 millones de muertos,
sufridos por personas de todas las edades.
El “hambre como arma” fue una de las
formas más terroríficas de represión empleadas por el comunismo y también por
la Unión Soviética durante el siglo XX. Oficialmente el primer gran crimen de
este calibre tendría lugar en Ucrania, el sur de RUSIA Y Asia Central entre
1921 y 1922 se conoce como la “hambruna del Volga”. Pero lo peor para Ucrania
estaba por llegar.
Era 1924 y hacía
apenas cuatro años que se había puesto en marcha el primer plan quinquenal de
la URSS, cuyo objetivo era levantar la industria pesada, a partir de una
importante reforma agraria, pero la desastrosa decisión de la
Unión Soviética de forzar a los campesinos a renunciar a sus tierras y a unirse
a las granjas colectivas, el caos que siguió a esta política, responsabilidad
de Josef Stalin, Secretario General del Partido
Comunista Soviético, habían conducido al país al límite del hambre. Todo
comenzó, paradójicamente, después de un año relativamente bueno para la cosecha
ucraniana, el de 1931. A los ojos de la URSS, demasiado bueno, así que obligó a
la región a contribuir con el
42% de su producción de cereales, cuando las autoridades soviéticas empezaron a requisar el
pan, los granos de maíz, el cereal, las patatas y todos los demás alimentos que
constituían el sustento de una población mayoritariamente rural, en un país
considerado entonces "el granero de Europa" sabía que la población
estaba condenada a sufrir hambre.
En
apenas unos meses, a comienzos de la primavera de 1932, los campesinos ucranianos
comenzaban a morir de hambre. Algunos documentos encontrados hablan de niños
hinchados por la falta de alimento, de familias obligadas a alimentarse de la
hierba, de migraciones masivas para encontrar algo que echarse a la boca y de
cadáveres a la intemperie en las calles porque nadie tenía fuerzas para
enterrarlos.
La situación no mejoró durante el verano, pero muchos esperaban
aún una respuesta por parte del régimen que evitase una situación aún peor.
Esta no solo no llegó, sino que las decisiones de Stalin agravaron aún más la
situación de millones de ucranianos. Se aprobó la conocida como ley de las tres espigas, que imponía penas
durísimas para aquellos que robasen cualquier propiedad estatal, lo que en la
práctica incluía a aquellos que reservaban un poco de comida para el consumo
personal. La siguiente decisión fue endurecer aún más las expropiaciones de
alimentos por parte del ejército soviético. En otoño llegaron dos comisiones a
Ucrania.
La gran pregunta relacionada con el Holodomor es si esta hambruna fue programada y causada
de manera deliberada por Stalin, como una espantosa expresión de su odio
a Ucrania y su movimiento nacionalista.
Hoy son muchas las naciones que reconocen esta hambruna como un genocidio en toda regla. Otros organismos, no
obstante, han condenado el Holodomor pero no han querido utilizar dicho término
para definirlo. El Parlamento Europeo, por ejemplo, lo reconoció en 2008 como
un crimen contra la humanidad.
Los
niños veían a sus padres volver todos
los días a casa con las manos vacías después de trabajar duramente en una
granja colectiva."Mi madre nos cantaba canciones y nos recitaba poemas
para que nos olvidáramos del hambre", han contado algunos supervivientes, pero poemas que según el tipo era
difícil de plasmar, porque como publicaba El País el domingo 24 de
febrero de 2019 la poeta ucraniana
Anna Ajmátova componía siempre a mano , escribía los
versos sobre el papel, después hacia correcciones, hacía una copia en
limpio y la enviaba a una revista, o la
dejaba aparte hasta completar todo un ciclo de poemas y luego acudía a un
editor, todo esto antes de la primera guerra mundial. Después la poesía era
peligrosa pero al mismo tiempo, para Ajmátova, también necesaria. Así el poema que creaba estaba a salvo mientras Ajmátova memorizase cada fragmento y después lo quemase, pero
para que el poema pudiera existir, tenía que ser compartido y anidar en la
mente de otros. Con suma precaución Ajmátova reunía a sus amigas más íntimas, no más de una
docena de mujeres, y les leía el poema una y otra vez
hasta que se lo aprendían al dedillo.
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