EN RECUERDO DE LAURA LUElMO
No se puede devolverte la vida, pero podemos recordarte, por eso este
trabajo sobre la primera guerra mundial, lo hago sobre las mujeres, como
pequeñísimo homenaje a ti Laura.
Mujeres en la guerra, que fueron y siguen siendo fantasmas en el campo de
batalla en su sentido más amplio y sin embargo:
Ellas jugaron un papel importante
Con el primer estruendo de los tiros, las mujeres de todo el mundo se
enrolaron en la guerra adoptando diferentes funciones: unas comenzaron a trabajar
en las factorías, tanto las textiles como la armamentística; mientras que otras
se marcharon al frente para convertirse en enfermeras o conducir ambulancias.
Actuaron en la retaguardia y en el frente,
como empleadas en fábricas de municiones o como soldados, y aunque la historia
solo glorifique las gestas de los hombres, la Primera Guerra Mundial no puede
entenderse sin el papel que desempeñaron las mujeres.
La sociedad conservadora y patriarcal de aquella época todavía veía con
recelo que una mujer empuñase un fusil de asalto y se codease con los hombres
en las trincheras, pero muchas figuras femeninas fueron grandes protagonistas
de algunas acciones militares llevadas a cabo durante la Gran Guerra.
Podemos recordar a:
María Bochkariova:(1889-1920), la líder de las soldados rusas. Su valentía en combate —la hirieron por partida doble— fue condecorada en
tres ocasiones y le encargaron la creación del Batallón de la Muerte de
Mujeres, el primero integrado exclusivamente por ellas. En junio de 1917, Yashka,
como era conocida, y su batallón fueron enviadas a la ciudad bielorrusa de
Smorgon para participar en la ofensiva con los alemanes. Ellas lograron abrir
brecha en territorio enemigo a pesar de lo desmoralizados que estaban el resto
de sus compañeros, casi todos hombres.
Edith Clavell:(1865-1915), fusilada por asistir a los suyos. La Gran Guerra cogió a Edith Clavell, una enfermera británica, en
Bélgica, pronto invadida por las tropas alemanas. Su misión no solo consistía
en ofrecer cobijo en su hospital de Bruselas, perteneciente a la Cruz Roja, a
los soldados del bando aliado, sino también en ayudarles a huir a Holanda, país
neutral durante la contienda. Se calcula que Clavell y sus ayudantes lograron
ofrecer asistencia a unos 200 franceses, británicos y belgas hasta que fueron
arrestados por fuerzas enemigas. La enfermera reconoció sus actos y fue
condenada a morir fusilada.
Milunka Savic:(1892-1973), la mujer más condecorada de la historia. Su carrera militar fue meteórica y, durante la Gran Guerra, sus hazañas fueron distinguidas en multitud de ocasiones. Recibió, entre otras, la Cruz de Guerra de Francia y se convirtió en la mujer con más condecoraciones militares de la historia. Entre sus grandes operaciones, según se recoge en la página del Ministerio de Exteriores serbio, destaca el aprisionamiento de 43 soldados búlgaros en el frente macedonio.
Ecaterina Teodoroiu:(1894-1917), la heroína rumana. Siempre creyó que su futuro estaría ligado a la enseñanza, pero el estallido de la I Guerra Mundial la obligó a trabajar como enfermera y ayudar al bando aliado. Se unió al 18 Regimiento de Infantería de Gorj y en todas las batallas en las que tomaría parte demostró una habilidad innata para exhortar a sus camaradas y articular inteligentes estrategias. Los alemanes llegaron a capturarla en una ocasión pero conseguiría escapar. La heroína de guerra rumana fallecería durante la batalla de Mărășești tras alcanzarle una ráfaga de una ametralladora.
Marie Curie:(1867-1934), pionera de la radioactividad. Cuando arrancó la I Guerra Mundial, el trabajo de Marie Curie ya había sido galardonado con dos Premios Nobel. El primero, el de Física en 1903, compartido con su marido Pierre y el físico Henri Becquerel; el segundo fue el de Química en 1911, este en solitario. Fue una pionera en el campo de la radioactividad y estudió la aplicación de los rayos X en los hospitales de campaña de la contienda, que carecían de recursos y personal experimentado. Se convirtió, asimismo, en la directora del Servicio de Radiología de la Cruz Roja francesa y creó el primer centro de radiología militar de Francia. Cuántas vidas salvaron sus estudios y avances es algo que nunca se podrá cuantificar.
Milunka Savic:(1892-1973), la mujer más condecorada de la historia. Su carrera militar fue meteórica y, durante la Gran Guerra, sus hazañas fueron distinguidas en multitud de ocasiones. Recibió, entre otras, la Cruz de Guerra de Francia y se convirtió en la mujer con más condecoraciones militares de la historia. Entre sus grandes operaciones, según se recoge en la página del Ministerio de Exteriores serbio, destaca el aprisionamiento de 43 soldados búlgaros en el frente macedonio.
Ecaterina Teodoroiu:(1894-1917), la heroína rumana. Siempre creyó que su futuro estaría ligado a la enseñanza, pero el estallido de la I Guerra Mundial la obligó a trabajar como enfermera y ayudar al bando aliado. Se unió al 18 Regimiento de Infantería de Gorj y en todas las batallas en las que tomaría parte demostró una habilidad innata para exhortar a sus camaradas y articular inteligentes estrategias. Los alemanes llegaron a capturarla en una ocasión pero conseguiría escapar. La heroína de guerra rumana fallecería durante la batalla de Mărășești tras alcanzarle una ráfaga de una ametralladora.
Marie Curie:(1867-1934), pionera de la radioactividad. Cuando arrancó la I Guerra Mundial, el trabajo de Marie Curie ya había sido galardonado con dos Premios Nobel. El primero, el de Física en 1903, compartido con su marido Pierre y el físico Henri Becquerel; el segundo fue el de Química en 1911, este en solitario. Fue una pionera en el campo de la radioactividad y estudió la aplicación de los rayos X en los hospitales de campaña de la contienda, que carecían de recursos y personal experimentado. Se convirtió, asimismo, en la directora del Servicio de Radiología de la Cruz Roja francesa y creó el primer centro de radiología militar de Francia. Cuántas vidas salvaron sus estudios y avances es algo que nunca se podrá cuantificar.
Rosa Luxemburgo:(1871-1919), la rosa roja del socialismo. Detenida en varias ocasiones e impulsora de la frustrada revolución que
estalla en Berlín siguiendo la estela de la rusa, fue arrestada por última vez
el 15 de enero de 1919 en un hotel de Berlín junto con su compañero socialista
Karl Liebknecht, con quien había fundado el periódico La bandera roja. Poco
después de su detención, ambos fueron asesinados.
Las mujeres cambiaron su armario, utilizando prendas propias de la
actividad a la que se encaminaban, y también la mentalidad social al demostrar
que podían desempeñar todo tipo de profesiones fuera del hogar.
La Primera Guerra Mundial supuso un avance en la
incorporación de la mujer al mercado. Hasta ese momento había estado relegada a
tareas domésticas o acompañar a su marido en los distintos actos sociales.
Incluso durante el auge de la Revolución Industrial la mujer quedó relegada al
cuidado de los hijos y sólo algunas – en la mayoría de los casos solteras
–consiguieron entrar en el proceso productivo, pero siempre relegadas y con
salarios inferiores al de los hombres.
La
guerra supuso un cambio: por un lado, el reclutamiento de gran parte de la
población masculina para acudir al frente, y, por otro, las necesidades industriales
derivadas del conflicto bélico, atrajeron a las mujeres al campo
laboral.
La
Primera Guerra Mundial crea nuevos papeles para la mujer asumiendo trabajos y
responsabilidades en los que antes habían estado excluidas. La incorporación de
la mujer al mercado laboral alcanza unas cifras nunca vistas hasta el momento.
Además, asumen trabajos tan dispares como deshollinadoras, conductoras de camiones
u obreras en la industria armamentística. Así entre Francia y Gran Bretaña más
de un millón y medio de mujeres trabajaron en fábricas de armamento; mientras
en Alemania el 38% de la fábrica bélica Krupp estaba compuesto por
mujeres en 1918.
Uno
de los hándicaps que se encontraron las mujeres fue lógicamente la resistencia
de los hombres que permanecían en las fábricas. Éstos no aceptaban de buen
grado que las mujeres pudieran desempeñar con la misma efectividad algunos de
sus puestos laborales. Otra preocupación que tenían es si la disminución del
salario de las mujeres podía finalmente perjudicarles. Son, sin embargo, las
mujeres las primeras que se movilizan pidiendo una igualación salarial por ley
para evitar esta discriminación.
El
gobierno francés en 1915 estableció un salario mínimo para las mujeres que
trabajaban en la industria textil cosiendo una ingente cantidad de uniformes
militares. Posteriormente en 1917 decreta que hombres y mujeres ganen lo mismo
por pieza trabajada. Aun así, pese a la intervención gubernamental, al final de
la guerra la desigualdad sigue existiendo.
El
final de la guerra pudo parecer un final a este proceso: la sensación de
temporalidad de las mujeres en el puesto de trabajo persistía, el regreso de
los hombres del frente supuso su reincorporación al mercado laboral y el
desplazamiento de las mujeres, la diferencia salarial se incrementa, etc.
Todo ello se vio beneficiado por la escasez de derechos políticos “reales” de las mujeres: la inexistencia del sufragio universal en las democracias más avanzadas, pese a las reivindicaciones de movimientos feministas o ciertas tendencias políticas, llevaron a pensar que esta discriminación volvería al pasado.
Todo ello se vio beneficiado por la escasez de derechos políticos “reales” de las mujeres: la inexistencia del sufragio universal en las democracias más avanzadas, pese a las reivindicaciones de movimientos feministas o ciertas tendencias políticas, llevaron a pensar que esta discriminación volvería al pasado.
Sin
embargo, el final de la Primera Guerra Mundial supuso un cambio definitivo: las
pérdidas humanas o el regreso de soldados cuya capacidad de trabajo era ya nula
permitieron que esta puerta ya no se cerrara. Las mujeres asumieron puestos que
muchos hombres no querían, demostrando su capacidad laboral. Además, la lucha
por sus derechos sigue creciendo, convirtiéndose en una realidad que la clase
política no puede evitar. Poco a poco las principales democracias instauran el
sufragio universal, algo que supone un avance fundamental.
Lógicamente
esto solo fue el principio de un largo, larguísimo camino que aún tienen que
recorrer las mujeres de nuestra época y que 100 años después vemos que es un
camino que se alarga sin mucha justificación y que en este alargamiento se
encuentran con individuos que se saltan las más elementales normas de convivencia
y respeto, llenándonos de rabia y de
impotencia y que nos ensucian a todos.
No creo que seas la última a la que le quitan la vida, pero que lo fueras es
con seguridad, el mayor de los deseos de la inmensa mayoría de las personas.
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