Francisco Boix nacido en
Barcelona en 1920 en una familia republicana y catalanista, estudió bachillerato,
algo inusual en la época y su padre le despertó el interés por la fotografía. Trabajó
como fotógrafo para una revista de la época, comenzó a ser conocido gracias a
los múltiples retratos que hizo de líderes políticos de la talla de Dolores
Ibárruri (la Pasionaria) o Largo Caballero.
Con la llegada de la guerra civil en julio de 1936
entró a formar parte de las Juventudes socialistas Unificadas de Cataluña, sin
dejar de lado su afición fotográfica por lo que siempre viajaba con su cámara
"Leica", combatió en la 30ª División del Ejercito de la Segunda
República. En 1939 las tropas de Franco tomaron Barcelona y al igual que muchos
republicanos, se vio obligado a exiliarse a Francia y allí se encontró con otra
guerra, en este caso contra Alemania y como otros exiliados fue reclutado por
los galos. Formó parte de 28ª Compañía de Trabajadores Extranjeros, poco
después, mayo de 1940, fue hecho preso por la Wehrmacht y fue enviado a un
campo de concentración de prisioneros de guerra en Alemania donde aprendió
alemán. En 1941 fue enviado al campo de concentración de Mauthausen
donde la mortalidad de los presos era muy alta
y donde tuvo que soportar, como varios miles de presos españoles y de
otras nacionalidades (especialmente judíos)
durante casi un lustro las tropelías y vejaciones de las tropas de las
SS, llevando en su ropa el triangulo azul invertido rematado con una S de
grandes dimensiones y con el número 5.185. Meses después entró a formar parte
de un "Kommando" o grupo de prisioneros encargados de realizar las
fotografías destinadas para uso policial, entre ellas las denominadas "fotografías
de identificación" de los reos que llegaban al lugar.
Boix se toparía a lo largo
de los años con varios españoles como Antonio García Alonso que intercedió para
que trabajara en el laboratorio de fotografía y José Cereceda. Este trío fue el
encargado, además, de fotografiar a todas las personalidades germanas que
pisaban el campo y de dejar constancia gráfica de cualquier suceso
extraordinario.
Tras su entrada en el
"kommando" hizo y revelo cientos de fotografías por orden de su jefe
inmediato, un suboficial de las SS, hasta el año 1943, año en que tras la
derrota de la Wehrmacht en Stalingrado ante los rusos, las órdenes cambiaron,
pues ante el temor de que los aliados pudieran llegar hasta el campo de
concentración, los altos mandos decidieron acabar con todas las instantáneas
comprometedoras que tenían archivadas con el objetivo de que no se descubrieran
las atrocidades cometidas. En principio se cumplieron las órdenes, pero después
le dieron la orden de continuar con las fotografías y Boix empezó a guardar los
negativos de las imágenes más comprometedoras que pudo hallar para que en un
futuro se pudiera conocer lo que allí pasaba. Se ayudó de españoles
encarcelados y escondieron las instantáneas en todo tipo de emplazamientos como
viejas chimeneas o bajo los barracones.
Boix también contó con la
colaboración de un grupo de españoles que trabajaban en una cantera fuera de
Mauthausen y estos en otoño del 44
entregaron un paquete de negativos a una
mujer de la zona, Anna Pointner que ocultó el paquete en una pared de piedra ubicada
tras su vivienda. Con la llegada de los aliados el 5 de mayo de 1945 Boix
recopiló 20.000 negativos (un tercio del total de fotografías realizadas).
Las imágenes sirvieron como
prueba en los juicios contra los nazis, fotografías que mostraban la cruda
realidad y la práctica de exterminio de los presos en el campo de Mauthausen.
Boix fue testigo en dos procesos contra criminales de guerra nazi, en Nuremberg
y en Dachau. En el tribunal Internacional de Nuremberg testificó contra altos
cargos nazis, entre ellos el general de las SS y responsable de la Gestapo
Ernst Kaltenbrunner, donde el fiscal mostró fotografías de Boix, que fueron
determinantes para su acusación. Lo mismo ocurrió en el proceso estadounidense
de Dachau contra 61 acusados de crímenes en el campo de concentración de
Mauthausen donde las fotografías de Boix fueron también una prueba de cargo muy
importante.
Ernst Kaltenbrunner junto a
Himmler en una visita al Campo de concentración de Mauthausen.
Francisco Boix dejó una marca imborrable con sus espeluznantes
instantáneas del horror de los nazis, algo que no debemos volver a ver.
No hay comentarios:
Publicar un comentario