INVENTOS EN LA GRAN
GUERRA
Algunos de los avances que en distintos terrenos hace el ser humano, es en
muchos casos debido a alguna guerra y la Gran Guerra no estuvo exenta de los
mismos, en la mayoría de los casos inventos para hacer daño al enemigo , pero
quiero también destacar aquellos que nacieron o se desarrollaron en la guerra para
beneficio.
La artillería fue desde luego la causa del mayor número de bajas
de la Primera Guerra Mundial, y aunque hubo avances relevantes -la necesidad
hizo que se diseñaran las primeras armas antiaéreas- la revolución en este tipo
de armamento fue inferior al que se vio en otros terrenos. Eso sí las ametralladores, pesadas y grandes, evolucionaron para
convertirse en armas de menor tamaño, muchos mas manejables y con una eficacia
mucho mayor, lo mismo que los cañones que se perfeccionaron al mismo tiempo que
ampliaban su radio de acción.
Los aviones demostraron ser otro de los elementos clave en esta
guerra no solo en combates o bombardeos, sino
también en misiones en las que se recababa información
sobre posiciones enemigas o sobre líneas de suministro. Los aviones se hicieron mucho más efectivos
con el trascurrir de la guerra, pues comenzaron
a ser vitales, aunque al principio el uso de ametralladoras se limitaba
a las alas y hacía poco eficiente este tipo de combate. Situar la ametralladora
en el morro era imposible ya que al disparar las balas impactaban en las palas
de la hélice, pero los alemanes idearon mecanismos
sincronizadores que permitían utilizar ametralladoras en
el morro que disparaban de forma sincronizada con el paso de la hélice. Desde
1918 el armamento estándar en los aviones fueron dos ametralladoras
sincronizadas que disparaban a través del círculo de la hélice.
Los zepelines alemanes también tuvieron impacto en este sentido
y se convirtieron en bombarderos estratégicos de largo alcance, aunque tras la
guerra su popularidad se diluyó enormemente.
Si la guerra cambió en el aire, también cambió en el mar pues este fue también
el primer conflicto en el que entraron en acción -de forma muy limitada-
los portaaviones, el primer
aterrizaje de un avión se produjo el 2 de agosto de 1917.
Además de la citada participación de los portaaviones, la guerra
naval tuvo a unos protagonistas singulares: los submarinos que no es un invento de esta época, el español Isaac Peral
lo descubrió en 1888, pero si fue definitivo el impulso modernizador que
sufrieron.
Los alemanes desarrollaron submarinos que permitieron atacar las líneas de
suministro británicas causando verdaderos estragos,
lo que hizo que entre otras cosas se desarrollaran las cargas de profundidad, que no eran más que bombas
submarinas que se podían detonar a cierta profundidad, gracias a una pistola
hidrostática que medía la presión del agua.
Pero una cosa era tener cargas de profundidad y otra saber dónde
lanzarlas, claro. Para lograr detectar a los submarinos se utilizaron los
llamados hidrófonos, una
especie de micrófonos submarinos que permitían analizar las ondas sonoras
producidas bajo el mar y que permitían detectar a los temibles U-boat alemanes.
Este sistema tuvo una repercusión clave para los británicos a la hora de
combatir a los submarinos alemanes.
La guerra se mecaniza para acentuar la efectividad de muerte, pero también
la ciencia más elemental consiguió llevarla a proporciones incalculables. Son
momentos de avance en la química, la síntesis de nuevos compuestos químicos
llevaría el horror al campo de batalla y también a las poblaciones. La guerra
química nace aquí, los alemanes utilizan por primera vez un gas tóxico -gas
mostaza- en el ataque a la ciudad belga de Ypres. Ambos bandos van a recurrir a
utilizar compuestos mortales para vencer otro invento de esta época las
máscaras de gas incluso para los animales.
A las 5 de la tarde del
22 de abril de 1915. Los meteorólogos militares determinaron la fuerza y la
dirección del viento y dieron la orden de abrir el gas, que salió por las bocas
de miles de tubos y viajó de trinchera a trinchera en forma de nube verdosa en medio del campo de batalla.
Primero murieron las ratas y los pájaros. Después, los hombres y los caballos
comenzaron a asfixiarse. El ejército francés entró en pánico y huyó de sus
posiciones cerca de Ypres, dejando una cicatriz sin vida de diez kilómetros de
largo en las líneas aliadas. El gas mostaza, la estrella de la guerra química,
pesaba más que el aire y se extendía como un líquido entre los pies de los
soldados hasta que empezaba a evaporarse. Las quemaduras que
provocaba eran atroces, así como los daños a los ojos, los
pulmones y otros órganos internos. La piel enrojecía y se llenaba de grandes
ampollas. Uno de los heridos más célebres por este gas fue el propio Adolf Hitler, soldado de primera durante la Gran
Guerra, una pena que el gas mostaza no evitara la segunda Gran Guerra.
De los experimentos más o menos mitificados de la Antigüedad,
como las hogueras de alquitrán y azufre de los espartanos frente a las murallas
de Atenas en la guerra del Peloponeso se pasó a la terrible invención de
utilizar compuestos venenosos contra los enemigos, el arma química irrumpía con
terror en la guerra moderna pues este y otros gases se utilizarían en otros
conflictos, desoyendo las ordenes de la Tercera Convención de Ginebra que prohibió su
utilización ,aunque muchos países firmantes de ese manifiesto aún mantienen
toneladas de este tipo de armamento en sus arsenales.
La
Primera Guerra Mundial dejó desolación y destrucción pero también se crearon
algunos ingenios que sobrevivieron a la contienda y que aún utilizamos hoy a
diario.
La
fotografía aérea hizo
su aparición para espiar los movimientos y localizaciones del enemigo desde el
aire y fue el comienzo de lo que llegaría a ser las fotos por satélites.
Aunque la invención de los hidroaviones es un poco anterior, es en la Primera y luego en la Segunda Guerra Mundial
cuando se generaliza su uso, pues las Marinas de guerra utilizaron hidroaviones
para reconocimiento y lucha antisubmarina. Actualmente tiene una gran
aportación en su especialización en la lucha contra incendios forestales en
numerosos países.
Para los soldados que volaban, era imperativo poder mantener comunicaciones
sobre órdenes y actualizaciones y un gran invento fue la instalación de radios en los aviones para la
comunicación con otros pilotos o con bases en tierra. En 1916 se instalaron los
primeros sistemas que permitían enviar radiotelégrafos a 225 km de distancia,
mientras que en 1917 se logró por primera vez la comunicación por voz vía radio
entre un operador en tierra y un piloto de un avión. La torre de control había nacido.
También encontramos un antecesor
de los modernos drones:
la primera aeronave no tripulada que intervino en la Primera Guerra Mundial fue
concebida como una bomba aérea
teledirigida. Aquel ingenio que se basaba en el uso de giroscopios y un
barómetro para determinar la altitud acabaría siendo demasiado impreciso para
ser utilizado de forma masiva, y de hecho el proyecto acabaría siendo abandonado
años más tarde. Los drones, como sabemos, no habían dicho su última palabra.
También hubo inventos como: bolsas de té, cremallera, reloj de pulsera y acero inoxidable.
Avances
médicos:
El complemento a esos avances en armamento fue también el que se
produjo en el terreno de la medicina. El enorme número de heridos hacía que el
tratamiento de ellos en el campo de batalla fuese especialmente limitado.
Muchas de las lesiones necesitaban aparatos de rayos X,
pero tradicionalmente estas máquinas tenían un tamaño enorme.
Marie Curie
vio la necesidad de crear centros radiológicos de campaña, cerca del frente,
para ayudar a los cirujanos. Para ello, desarrolló unidades móviles de
radiografías, conocidas popularmente como petites Curie. Se convirtió en
directora del Servicio de radiología de la Cruz Roja y dirigió la instalación
de 20 vehículos y 200 unidades radiológicas en los hospitales de campaña
durante el primer año de la guerra.
Las compresas. Un material llamado ‘celucotton’ que había sido inventado antes de que la
guerra estallara, era cinco veces más
absorbente que el algodón y cuando Estados Unidos entró en la
guerra comenzaron a producir el forro de ese material para la vestimenta de los
profesionales sanitarios, pero las enfermeras de la Cruz Roja en el campo de
batalla se dieron cuenta de que tenía
otro posible uso durante su menstruación, nacían así las compresas.
Dos años después de acabada la guerra y después de nuevos experimentos se creó
una toallita sanitaria hecha de celucotton, posteriormente a un empleado se le
ocurrió planchar el material de la celulosa, naciendo así el famoso kleenex.
Injertos de piel, para ayudar a los
soldados que sufrieron de quemaduras severas, cicatrices u otras formas de
desfiguramiento en el campo de batalla, el cirujano Harold Gillies introdujo
técnicas avanzadas en el campo de la cirugía para la reconstrucción facial. El
resultado de su trabajo, brindó calidad de vida a muchísimas personas y en 1917
se abrió un área especial en el Queen’s Hospital, dedicado a revolucionar la
cirugía plástica.
Ambulancias, un gran avance de la época
fueron las ambulancias de campaña, que permitían desplazar a los heridos hasta
hospitales donde intervenirles de sus heridas.
Transfusión
de sangre. Las transfusiones de sangre de la época estaban lejos de ser una
garantía de éxito, y se tenían que hacer en caliente, pero supusieron un avance
excepcional en la medicina de campaña,
aunque hoy, con seguridad, no nos haríamos una transfusión con los
aparatos de la época.
Ortopedia, la innumerable cantidad de mutilados y discapacitados que provocaron las
masacres de la guerra empujaron al desarrollo de sistemas de apoyo ortopédicos
mucho más sofisticados, permitiendo una mejor calidad de vida a muchos de los
afectados.